La Sierra de Cazorla es un enclave único que presenta una biodiversidad, un relieve y unos recursos naturales que contrastan con la España meridional. Paulino Fandos explica en esta obra cómo ha llegado a nuestros días en este estado de conservación y cuál es origen de su fama, canalizada principalmente a través de la Reserva de Caza.
Para poder comprender esta situación única, es necesario remontarse a la Edad Media, al periodo de la Reconquista y la aparición del Adelantado, que mantuvo unida la superficie de montes públicos máss extensa en España y que, superando las desamortizaciones, han permitido grandes actuaciones en el siglo XIX, con las medidas de ordenación de dichos montes y la explotación maderera como una de las riquezas más importantes del medio natural. Se repasa toda la legislación cinegética sobre la caza en España, desde las Ordenanzas municipales hasta la propia legislación del siglo XX, rematada con la Ley de Flora y Fauna de Andalucía de 2003.
A pesar de no destacar como gran cazadero en los precedentes históricos ni en la bibliografía, desde un punto de vista cinegético, fue a principios de siglo XX cuando se “descubrió” la cabra montés y se crearon dos cotos: uno cabra montés y otro de corzo. Entre 1950 y 1960 se creó la figura de Coto Nacional, que alcanzó rápidamente su esplendor en la década de 1970 y una fama internacional por la variedad y calidad de las piezas de caza. Ya en 1986 se creó la figura de Parque Natural, dando importancia al aprovechamiento de otros recursos naturales, entre los que destaca el turismo como uno de los elementos a potenciar en el futuro.
El papel de la Ivermectina en casos de parasitismo ha sido y es muy efectivo en muchas ganaderías, pero cuando nos enfrentamos con la fauna salvaje existen ciertos inconvenientes relacionados con la efectividad, las dosis requeridas, la frecuencia de las tomas, etc. que en fauna silvestre es muy difícil de aplicar. En este contexto se ha publicado un artículo en el que se comprueba como la concentración de ivermectina disminuye drásticamente en el plasma sanguíneo.
Ivermectin Plasma Concentration in Iberian Ibex (Capra pyrenaica) Following Oral Administration: A Pilot Study.
Figure 1. (A) Time trend of the mean plasma ivermectin concentration (ng/ml) in the nine Iberian ibexes orally administered with ivermectin from 1 (T1) to 45 (T8) days post-administration; (B) Differences among individual ibexes in the decrease of plasma ivermectin concentration throughout the study period
En general, la capacidad de carga de una población determinada en un ecosistema determinado se mide en los momentos mas críticos, que en un ambiente mediterráneo coincide con el periodo estival, o después de unas grandes nevadas, cuando la producción de biomasa disponible casi desaparece.
Las poblaciones naturales tienen posibilidades de solventar el problema del estío o del invierno, reduciendo la población o la natalidad, acumulando las reservas necesarias o pueden recurrir otros procesos como la migración, ya sea latitudinal o altitudinal.
Para comprender las actuaciones que muchos gestores de recursos cinegéticos realizan o las decisiones que toman, es necesario remontarse en el tiempo y conocer como ha evolucionado la caza como concepto, como recurso e incluso como actividad en los últimos años.
Durante muchos siglos la caza en la mayoria de las fincas ha sido una actividad económica poco valorada. Históricamente la caza mayor era un recurso real que este concedía a los nobles. En edad media se comienza a entender la caza como “regalías” que concede la Corona y por concesión real o en su nombre. El noble o señor del lugar, como soberano local se reserva el uso de la caza en los bosques.
Antes de los años 60 del siglo pasado, las densidades de ungulados eran muy bajas en la mayor parte del territorio. La economía de la caza mayor era residual, pues lo mas importante eran las relaciones sociales que se daban en los eventos cinegéticos, con partidas de varios días y con captura de muy pocas reses, prolongando la historia de relacionar la caza mayor con la clase social alta, incluso en las épocas de la ilustración española a finales del siglo XVIII, cuando se consideraba que la caza alejaba o distraía a los trabajadores de las actividades productivas.
Toda transformación comienza con la promulgación de las Leyes de Caza, pero se produce de forma definitiva a partir de la Ley de caza de 1970, en la que se regulan los acotados, se instauran los Planes Técnicos de Caza y comienzan a generalizarse diferentes tipos de cacerías y en concreto la caza de trofeos.
Las últimas décadas del siglo XX, el valor de los trofeos se incrementa exponencialmente de forma artificial, aunque estos valores nunca se acercan al coste de producción de dichos trofeos. No se realizan análisis de producción, se realizan estimas de comercialización y de todos los costes alrededor de la misma. Se accede al mundo de la caza mayor de forma masiva por puro mercantilismo asegurando un número de ejemplares en cada lance, sin un poso del concepto de caza de esfuerzo e incertidumbre como lo define Ortega y Gasset en el prologo de “20 años de caza mayor” del Conde de Yebes.
Al generalizarse la caza mayor, se necesita una producción de trofeos de forma rápida y constante, por lo que los cotos comienzan a querer aumentar el número de trofeos y el de ejemplares que se puedan cazar. Para ello, la forma mas fácil es recurrir a labores propias de la ganadería, como la construcción de vallas perimetrales, la alimentación artificial y la translocación de ejemplares.
En este primer caso vamos a analizar la alimentación artificial que se ha justificado de muchas formas, desde el apoyo a la población de herbívoros en momentos críticos como el verano o fuertes nevadas, hasta para proporcionar medicamentos (pienso medicado), o piensos tratados para alcanzar buenos trofeos, o incluso el manejo de la actividad cinegética propia para mover a los animales.
Los tipos de alimentación artificial se pueden clasificar de diferentes formas, por ejemplo, el momento que se proporciona dicho alimento, durante fuertes nevadas, en el verano, solo los días antes de la cacería o a lo largo de todo el año. Se puede clasificar por el lugar donde se deposita el alimento, ya sea en puntos concretos en el suelo o en comederos, distribuido a lo largo de los caminos, o en zonas amplias. También se puede diferenciar por el tipo de alimento que se como puede ser sales minerales, forraje, pienso, pienso tratado o medicado, excedentes agrícolas, o siembras “ad hoc”.
En el siguiente capítulo se van a desgranar las consecuencias económicas y ambientales de esta actividad, que pueden ser positivas o negativas.